martes, 29 de septiembre de 2009

Navegango hacia ningún lugar

Debería lanzar un barco a la deriva,
navegar a través de todos los mares,
navegar en paz y armonía,
alejando así a todos los males.
Contarle a las olas mis secretos más guardados,
dejar que el sol me abraze siempre que pueda,
olvidarme y dejar hundidos todos los calendarios,
dejar que los años pasen y que mi espíritu no muera.
Mirar el cielo azul e infinito,
como si estuviera frente a un hermoso paraíso,
y darme cuenta de que realmente es bendito,
dejar que se convierta en mi gentilicio.
Obviamente, me veré enfrentada a grandes tormentas,
y puede que mi barco termine dado vuelta,
pero, ese es sólo otro obstáculo para llegar a la meta,
que por ahora está sentada, pensando en la arena.
Visitar una isla desierta,
para gritar que estoy viva,
para dejar que todo salga afuera,
que gracias a éstas emociones se dibuja una sonrisa.
Olvidarme de todos y cada uno de mis problemas,
porque ahora el tiempo es mío y sólo mío,
puedo hacer con él lo que yo quiera,
y deseo perderme en cada uno de los ríos.
Sin pensar en nada,
sin saber si es hoy o mañana,
cantarle fuerte y claro a la Luna,
poder vivir grandes aventuras.
Contar cada una de las estrellas,
el firmamento ahora demuestra su grandeza,
descubro que tengo el tamaño de una hormiga,
pero a pesar de eso, jamás termina mi intriga.
Sí, definitivamente debo lanzar un barco sin timón,
que éste viaje no es a un destino concreto,
sino hasta el fondo de mi corazón,
donde espero poder encontrarlo todo perfecto.

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