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Disculpen, pero hoy no hay mucha inspiración, y no pude contener mi felicidad.
sábado, 30 de enero de 2010
viernes, 29 de enero de 2010
Porque el sarcasmo es un estilo de vida.
jueves, 28 de enero de 2010
Imperfección.
Son sólo palabras sueltas,
son sólo esperanzas muertas.
Nada más.
Son sólo recuerdos viejos,
son sólo paisajes a lo lejos.
Pido paz.
Ya no hay ilusiones malditas,
ni insinuasiones bandidas.
Ya no más.
Perdida en la nada,
sin capa ni espada.
No hay quizás.
Porque no soy dueña de la luna,
ni del sol, ni de estrella alguna,
sin embargo no siento infortuna.
Porque todavía tengo un andar,
es que no hay nada peor que llorar,
por cosas imposibles de cambiar.
son sólo esperanzas muertas.
Nada más.
Son sólo recuerdos viejos,
son sólo paisajes a lo lejos.
Pido paz.
Ya no hay ilusiones malditas,
ni insinuasiones bandidas.
Ya no más.
Perdida en la nada,
sin capa ni espada.
No hay quizás.
Porque no soy dueña de la luna,
ni del sol, ni de estrella alguna,
sin embargo no siento infortuna.
Porque todavía tengo un andar,
es que no hay nada peor que llorar,
por cosas imposibles de cambiar.
miércoles, 27 de enero de 2010
Insomnio.
Maldita costumbre de soledad,
y todos sus juegos tramposos.
Maldita sensación de eternidad,
y los días que cortan filosos.
Se abren las puertas con malas,
y los sueños se van para no volver.
Me han cortado las alas,
y yo nunca aprendí a correr.
Desvelada y sin enterderlo,
se fue todo en silencio.
Desvelada y sin poder creerlo,
se necesita más que solo el ingenio.
Maldito recuerdo imborrable,
y sus raíces que no paran de crecer.
Maldito sentimiento insoportable,
y todas esas cosas que no puedo entender.
Cuentos por todas partes,
y feas palabras como balas.
Porque vivir es simplemente un arte,
y la preocupación tiene noche de gala.
Desvelada y mucho por qué pensar,
todo invade mi mente.
Desvelada y sin poder idear,
un plan para escapar de la gente.
martes, 26 de enero de 2010
No love after all.
Ella y él,
se conocieron un día antes del fin del mundo.
Ella y él,
marcas en la piel, pero nada muy profundo.
Ella le pidió mil años,
él se negó y enfrentó los daños.
Él le explicó que mañana ya no habrá nada,
ella aceptó pero se sintió acongojada.
Él miró extrañado mientras todo se destruía,
ella por el contrario, no hacía más que quedarse vacía.
se conocieron un día antes del fin del mundo.
Ella y él,
marcas en la piel, pero nada muy profundo.
Ella le pidió mil años,
él se negó y enfrentó los daños.
Él le explicó que mañana ya no habrá nada,
ella aceptó pero se sintió acongojada.
Él miró extrañado mientras todo se destruía,
ella por el contrario, no hacía más que quedarse vacía.
lunes, 25 de enero de 2010
Life is life.
Definitivamente, la vida no está hecha para ser fácil. Lo fácil es aburrido, y una vida aburrida, sin movimientos, bajadas y subidas, no es vida al fin y al cabo.
Pero para una persona pensativa, y que se angustia por demás, como yo, una vida intranquila, de esas que cuando todo parece estar bien, algo aparece y te arruina el momento, te hace querer pensar en abandonar todo de una buena vez. Irte lejos, cambiar panoramas, escenarios y personajes.
De repente todo lo que tenía pensado no parece estar saliendo como quisiera. Las personas que creí especiales me fallaron. La desesperanza no es buena compañía.
La vida mísma, le dicen.
Conclusiones luego de un terrible fin de semana.
viernes, 22 de enero de 2010
Reasons to move on.
Te fuiste, mientras yo escribía tu última canción.
Te fuiste, pero no conseguiste quitarme el corazón.
Porque las mentiras son muchas,
y la vida es demasiado corta.
Porque hay más derrotas que luchas,
y hay más bocas que tortas.
Seguiré porque hay cosas peores,
seguiré porque hay tiempos mejores.
Porque lo que no te mata, te hace más fuerte,
y porque yo no estoy lista todavía para la muerte.
jueves, 21 de enero de 2010
miércoles, 20 de enero de 2010
Los cuadernos de Mía (II).
Esta entrada sirve como preámbulo de la historia de ayer. Como ya dije "Los cuadernos de Mía" fue un cuento asignado para un trabajo de literatura, a fines de Noviembre del año pasado. La consigna era escribir una historia que hable sobre alguien demente; la verdad es que no fue fácil (no es algo sobre lo que me guste escribir) y también tengan en cuenta que el final es bastante triste y eso es algo que tampoco me atrae en un cuento, pero no tuve mucha opción, las historias de personas con trastornos mentales no son muy alegres que digamos. Igualmente, terminé la historia y entregué el trabajo en tiempo y forma.
Una semana más tarde me entregaron el trabajo de vuelta. Cuando lo abrí, descubrí un 8 de nota pero no encontré ninguna corrección asi que fui a preguntarle a mi profesora cuál era el error.
Me sorprendió su respuesta de que el motivo de esa nota era porque consideraba que el cuento no podía haber sido escrito por mí si no por alguien más. Me contuve y sólo respondí que la historia si era mía y que nadie me había ayudado.
No guardo rencores contra la profesora, es más, al final terminé sacando de algo malo un punto positivo (un 8 tampoco es tan mala nota). Me molestó un poco al principio, sí, pero lo acepté y decidí tomarlo como un cumplido, dentro mío sabía que yo sola había escrito el cuento.
Como dije, no es nada del otro mundo lo que pasó, pero para mí hace a esta historia algo especial. Porque me demuestra que tal vez sí tengo capacidad en el juego de las palabras, y, que si una historia la cuál no me sentí muy a gusto escribiendo fue considerada buena, se que puedo hacer más, mucho más.
Una semana más tarde me entregaron el trabajo de vuelta. Cuando lo abrí, descubrí un 8 de nota pero no encontré ninguna corrección asi que fui a preguntarle a mi profesora cuál era el error.
Me sorprendió su respuesta de que el motivo de esa nota era porque consideraba que el cuento no podía haber sido escrito por mí si no por alguien más. Me contuve y sólo respondí que la historia si era mía y que nadie me había ayudado.
No guardo rencores contra la profesora, es más, al final terminé sacando de algo malo un punto positivo (un 8 tampoco es tan mala nota). Me molestó un poco al principio, sí, pero lo acepté y decidí tomarlo como un cumplido, dentro mío sabía que yo sola había escrito el cuento.
Como dije, no es nada del otro mundo lo que pasó, pero para mí hace a esta historia algo especial. Porque me demuestra que tal vez sí tengo capacidad en el juego de las palabras, y, que si una historia la cuál no me sentí muy a gusto escribiendo fue considerada buena, se que puedo hacer más, mucho más.
martes, 19 de enero de 2010
Los cuadernos de Mía (I).
Mía nunca llegó a considerarse una completa demente, si una persona con exceso de fantasía e imaginación.
De chica soñaba con los ojos despiertos junto a sus juguetes y libros. El lugar donde ocurría todo era siempre su cuarto. Apenas llegaba de la escuela solía correr y encerrarse hasta que su madre aunuciaba que el almuerzo estaba listo. Había veces que estaba tan encerrada en sus pensamientos que no la oía, y tenía que vinir a buscarla enojada y gritando por qué siempre era tan distraída. No podía evitarlo.
Sus padres siempre pensaron que eso era sólo algo de la niñez, y que con el correr de los años pasaría, pero no fue así.
Cuando cumplió quince años toda su familia y sus conocidos estaban muy felices porque ella, hija y nieta única, se estaba convirtiendo en mujer y empezando una nueva etapa. Todos esperaban ansiosos por la fiesta (en su familia eran tradición las fiestas de quince años) pero me temo que dejó a todos ilusionados y un tanto decepcionados. Cuando su madre preguntó acerca de los detalles para aquél gran día, la sorprendió diciendo que lo único que quería eran muchos cuadernos. La señora la miró extrañada y preguntó "¿Y para qué cuadernos?". La respuesta no se esperó y fue sencilla "Quiero escribir de por vida, todo lo que se me ocurra."
Al principio tanto su madre como su abuela se rieron, pero luego vieron que la cosa si iba enserio. Hicieron lo posible para convencerla de hacer la fiesta. La llevaron a hablar con sus amigas para que le cuenten sus experiencias y finalmente se entusiasme con su idea. Nada funcionó.
La mañana de su cumpleaños número quince Mía despertó, bajó las escaleras de casa y en la cocina encontró cinco cajas repletas de cuadernos, de diversas tapas, colores y motivos. Inmediatamente las subió y les hizo un espacio en su cuarto.
Desde ese día los cuadernos se habían convertido en sus nuevos juguetes. Su madre había regalado todas sus muñecas a una amiga que estaba por tener su primera hija. Su estantería, que antes estaba repleta de mujercitas de plástico de todas las formas y colores, ahora se encontraba tapizada de sus cuadernos a estrenar.
Al poco tiempo de ordenar el regalo, no se abstuvo y tomó el primero que se le ocurrió. Uno de tapa azul, tamaño mediano, un cuaderno común y corriente.
Se sentó en el suelo sun un lápiz y comenzó a escribir. Puso todo lo que se le venía a la mente: recuerdos, experiencias, fantasías, sueños, pensamientos. Las ideas nunca se le agotaban. Todas eran historias que no tenían nada que ver con la realidad.
Cualquiera hubiera pensado que alguien que escribía lo hacía por pasatiempo de vez en cuando, pero lo de ella no, se fue convirtiendo en una obseción.
Pasaron dos años, Mía tenía diecisiete ya. Cualquier chica de esa edad disfruta con sus amigos, su último año del secundario, los últimos pasos antes de tener que enfrentar la vida sola. Pero ella se negaba, sólo iba a la escuela, y con faltas bastante seguidas.
Su madre nos explicó, Mía no estaba actuando normalmente. Por las mañanas era una lucha agotadora hacer que salga de su cuarto para ir al colegio, por las noches era muy difícil lograr que se duerma, no quería dejar de escribir. Mía no salía a bailar, no salía a comprar ropa, no tenía novio ni gustaba de ningún chico, conocía muy pocas personas, se llevaba mal con sus padres y con los pocos amigos que tenía. A veces la íbamos a visitar a su casa para ver como estaba, charlar un poco con ella y contarle las últimas novedades, pero Mía se negaba rotundamente a vernos, cerraba su habitación con llave, ponía la música a todo volumen y se sentaba a escribir, nada más.
Consecuentemente, Mía dejó el colegio, ya se había pasado de faltas. Sus padres estaban desesperados. La directora de nuestro colegio les recomendó llevarla a un psicólogo o, si el caso era extremo, a un psiquiatra. No lo pensaron dos veces y decidieron actuar. Un psiquiatra visitaba dos veces por semana a Mía en su casa. Entraba en su cuarto y hablaba con ella por una hora.
Recuerdo claramente una vez que el psiquiatra logró convencer a Mía de que le preste uno de sus cuadernos. No se que pretexto puso para conseguirlos, pero lo hizo, los cuadernos de ella hasta entonces eran completos secretos.
Los primeros en leerlo fueron sus padres, pero no encontraron indicios de que hubiera pasado por alguna experiencia traumática que la hubiese dejado así. Eran cuentos, cientos de ellos, repletos de hadas, reinos, dragones, misterios, aventuras, etcétera. Todos perfectamente redactados y dignos de alguien con una gran inventiva.
Claramente, si Mía no hubiera estado sufriendo esa enfermedad, podría haber sido una excelente escritora.
El detonante fue una madrugada de septiembre. Mía despertó gritando que uno de sus cuadernos había desaparecido. Realmente hizo un tremedo escándalo en la casa. Ella había construído en su mente el pensamiento de que sus padres entraban a escondidas en su cuarto para leer lo que ella escribía, y decía que los únicos que estaban permitidos leer eran ella y "Miguel", como llamaba a su psiquiatra.
Sus padres intentaron calmarla, le trajeron su cuaderno pero no bastó, Mía tomó como traición lo que le habían hecho. Corrió a la cocina, encendió las hornallas y quemó el objeto en cuestión, al grito de "¡Nadie más los vuelve a tocar!". Luego, buscó cuchillos y amenazó a sus padres.
Sin dudarlo llamaron al psiquiatra, quién acudió rápidamente a la casa. Cuando logró calmarla, fue obligada a tomarse un baño, mientras el doctor inspeccionaba su habitación. Estaba destrozada, pero en una parte, el médico vio un cuaderno que no estaba junto a los otros, uno de tapa rosa. Cuando lo comenzó a leer descubrió que ese sí era su diario íntimo.
El psiquiatra lo leyó y llegó a la conclusión de que Mía ya no era una persona normal, y que representaba un verdadero peligro para la familia. En su diario expresaba continuamente el deseo de querer deshacerse de sus padres, sus amigos y el resto de las personas que le impidan escribir. Comentaba cientos de ideas para matarlo y luego una escapada final a quién sabe dónde. Después de ese suceso se tomaron medidas drásticas, Mía fue internada en un hospital psiquiátrico. Sus padres estaban destrozados pero a la vez, seguros de que Mía allí podría hacer lo que más le gustaba y la hacía feliz. Con el paso del tiempo tomamos nuestros caminos y dejamos de verla. Lo último que supimos de ella fue esto. Ahora consumía calmantes que la hacían dormir largas horas, para que, una vez despierta, haga con sus sueños y fantasías lo que siempre acostumbró a hacer (y lo que siempre la ayudó a liberar presiones): escribir.
·Esta historia no es real, sino que fue inventada por mí, pero sí tiene algo detrás que no la hace una simple tarea de literatura y que planeo contarla en la entrada siguiente. No es nada del otro mundo, pero me parece que serviría para explicar el origen de este texto.
Nos veremos en el próximo post.
De chica soñaba con los ojos despiertos junto a sus juguetes y libros. El lugar donde ocurría todo era siempre su cuarto. Apenas llegaba de la escuela solía correr y encerrarse hasta que su madre aunuciaba que el almuerzo estaba listo. Había veces que estaba tan encerrada en sus pensamientos que no la oía, y tenía que vinir a buscarla enojada y gritando por qué siempre era tan distraída. No podía evitarlo.
Sus padres siempre pensaron que eso era sólo algo de la niñez, y que con el correr de los años pasaría, pero no fue así.
Cuando cumplió quince años toda su familia y sus conocidos estaban muy felices porque ella, hija y nieta única, se estaba convirtiendo en mujer y empezando una nueva etapa. Todos esperaban ansiosos por la fiesta (en su familia eran tradición las fiestas de quince años) pero me temo que dejó a todos ilusionados y un tanto decepcionados. Cuando su madre preguntó acerca de los detalles para aquél gran día, la sorprendió diciendo que lo único que quería eran muchos cuadernos. La señora la miró extrañada y preguntó "¿Y para qué cuadernos?". La respuesta no se esperó y fue sencilla "Quiero escribir de por vida, todo lo que se me ocurra."
Al principio tanto su madre como su abuela se rieron, pero luego vieron que la cosa si iba enserio. Hicieron lo posible para convencerla de hacer la fiesta. La llevaron a hablar con sus amigas para que le cuenten sus experiencias y finalmente se entusiasme con su idea. Nada funcionó.
La mañana de su cumpleaños número quince Mía despertó, bajó las escaleras de casa y en la cocina encontró cinco cajas repletas de cuadernos, de diversas tapas, colores y motivos. Inmediatamente las subió y les hizo un espacio en su cuarto.
Desde ese día los cuadernos se habían convertido en sus nuevos juguetes. Su madre había regalado todas sus muñecas a una amiga que estaba por tener su primera hija. Su estantería, que antes estaba repleta de mujercitas de plástico de todas las formas y colores, ahora se encontraba tapizada de sus cuadernos a estrenar.
Al poco tiempo de ordenar el regalo, no se abstuvo y tomó el primero que se le ocurrió. Uno de tapa azul, tamaño mediano, un cuaderno común y corriente.
Se sentó en el suelo sun un lápiz y comenzó a escribir. Puso todo lo que se le venía a la mente: recuerdos, experiencias, fantasías, sueños, pensamientos. Las ideas nunca se le agotaban. Todas eran historias que no tenían nada que ver con la realidad.
Cualquiera hubiera pensado que alguien que escribía lo hacía por pasatiempo de vez en cuando, pero lo de ella no, se fue convirtiendo en una obseción.
Pasaron dos años, Mía tenía diecisiete ya. Cualquier chica de esa edad disfruta con sus amigos, su último año del secundario, los últimos pasos antes de tener que enfrentar la vida sola. Pero ella se negaba, sólo iba a la escuela, y con faltas bastante seguidas.
Su madre nos explicó, Mía no estaba actuando normalmente. Por las mañanas era una lucha agotadora hacer que salga de su cuarto para ir al colegio, por las noches era muy difícil lograr que se duerma, no quería dejar de escribir. Mía no salía a bailar, no salía a comprar ropa, no tenía novio ni gustaba de ningún chico, conocía muy pocas personas, se llevaba mal con sus padres y con los pocos amigos que tenía. A veces la íbamos a visitar a su casa para ver como estaba, charlar un poco con ella y contarle las últimas novedades, pero Mía se negaba rotundamente a vernos, cerraba su habitación con llave, ponía la música a todo volumen y se sentaba a escribir, nada más.
Consecuentemente, Mía dejó el colegio, ya se había pasado de faltas. Sus padres estaban desesperados. La directora de nuestro colegio les recomendó llevarla a un psicólogo o, si el caso era extremo, a un psiquiatra. No lo pensaron dos veces y decidieron actuar. Un psiquiatra visitaba dos veces por semana a Mía en su casa. Entraba en su cuarto y hablaba con ella por una hora.
Recuerdo claramente una vez que el psiquiatra logró convencer a Mía de que le preste uno de sus cuadernos. No se que pretexto puso para conseguirlos, pero lo hizo, los cuadernos de ella hasta entonces eran completos secretos.
Los primeros en leerlo fueron sus padres, pero no encontraron indicios de que hubiera pasado por alguna experiencia traumática que la hubiese dejado así. Eran cuentos, cientos de ellos, repletos de hadas, reinos, dragones, misterios, aventuras, etcétera. Todos perfectamente redactados y dignos de alguien con una gran inventiva.
Claramente, si Mía no hubiera estado sufriendo esa enfermedad, podría haber sido una excelente escritora.
El detonante fue una madrugada de septiembre. Mía despertó gritando que uno de sus cuadernos había desaparecido. Realmente hizo un tremedo escándalo en la casa. Ella había construído en su mente el pensamiento de que sus padres entraban a escondidas en su cuarto para leer lo que ella escribía, y decía que los únicos que estaban permitidos leer eran ella y "Miguel", como llamaba a su psiquiatra.
Sus padres intentaron calmarla, le trajeron su cuaderno pero no bastó, Mía tomó como traición lo que le habían hecho. Corrió a la cocina, encendió las hornallas y quemó el objeto en cuestión, al grito de "¡Nadie más los vuelve a tocar!". Luego, buscó cuchillos y amenazó a sus padres.
Sin dudarlo llamaron al psiquiatra, quién acudió rápidamente a la casa. Cuando logró calmarla, fue obligada a tomarse un baño, mientras el doctor inspeccionaba su habitación. Estaba destrozada, pero en una parte, el médico vio un cuaderno que no estaba junto a los otros, uno de tapa rosa. Cuando lo comenzó a leer descubrió que ese sí era su diario íntimo.
El psiquiatra lo leyó y llegó a la conclusión de que Mía ya no era una persona normal, y que representaba un verdadero peligro para la familia. En su diario expresaba continuamente el deseo de querer deshacerse de sus padres, sus amigos y el resto de las personas que le impidan escribir. Comentaba cientos de ideas para matarlo y luego una escapada final a quién sabe dónde. Después de ese suceso se tomaron medidas drásticas, Mía fue internada en un hospital psiquiátrico. Sus padres estaban destrozados pero a la vez, seguros de que Mía allí podría hacer lo que más le gustaba y la hacía feliz. Con el paso del tiempo tomamos nuestros caminos y dejamos de verla. Lo último que supimos de ella fue esto. Ahora consumía calmantes que la hacían dormir largas horas, para que, una vez despierta, haga con sus sueños y fantasías lo que siempre acostumbró a hacer (y lo que siempre la ayudó a liberar presiones): escribir.
·Esta historia no es real, sino que fue inventada por mí, pero sí tiene algo detrás que no la hace una simple tarea de literatura y que planeo contarla en la entrada siguiente. No es nada del otro mundo, pero me parece que serviría para explicar el origen de este texto.
Nos veremos en el próximo post.
lunes, 18 de enero de 2010
sábado, 16 de enero de 2010
Live High.
No lo dudes,
aposté mi corazón.
Y siempre que pude,
me escabullí de la razón.
Porque mientras daba vueltas,
en pequeñas habitaciones,
poco a poco yacieron muertas,
todas mis ilusiones.
Por eso hoy,
no hay explicaciones.
Seré lo que soy,
y viviré sin guiones.
viernes, 15 de enero de 2010
El poder de la risa.
Reír es algo tan simple y casi imperceptible, pero que en realidad llena el alma, da alegría y vitalidad al cuerpo. Reír es sinónimo de estar en paz con uno mismo y con el resto de las personas. Reír es querer. Es darle poca importancia a los problemas de la vida. Es saber perdonar. Compartir risas con alguien es algo que genera una conexión más que fuerte. Apreciar las risas es apreciar los pequeños momentos que nos regala la vida. Es saber aceptar los defectos de las personas a tu alrededor. Es confiar. Es recordar buenos tiempos y también crearlos. Las risas espontáneas que se dan junto a los que quieres son el mejor regalo.
Es importante también saber cuándo callar, cuándo las risas pueden llegar a herir, porque siempre será un arma de doble filo; pero, si la situación lo dispone, no hay nada mejor reír a carcajadas y disfrutar con los que más amas, porque si hay algo que es verdad, es que la felicidad SI está en las pequeñas cosas de la vida.
jueves, 14 de enero de 2010
Unfair tales
Al mejor estilo cuento de hadas,
quise hacer realidad todos mis deseos.
Pero algo paso en el camino,
y paz es ahora lo que anhelo.
En las buenas y en las malas,
dijiste eso hace mucho tiempo.
Sin embargo no completamos el recorrido,
y hoy ya no se qué es lo que siento.
Me rodean tantas caras,
pero ninguna dice lo que quiero escuchar.
Se ve que mi final emotivo,
o murió o todavía debe esperar.
martes, 12 de enero de 2010
Querer y no poder.
Deberías saber:
Que tu lugar no es aquí,
en mi cabeza.
Haces que nada tenga fin,
y me llenas de tristeza.
Que recorrí muchos caminos,
pero no encontré remedio.
¿Cómo algo tan fallido
tiene tan buen promedio?
Como marinero sin embarcación,
hoy busco alguna solución.
Por eso vuelvo a escribirte una canción,
para intentar encontrarte una razón.
Son siempre las mismas andanzas,
de volver al principio otra vez.
Ya he perdido las esperanzas,
muerta sin aire como un pez.
Es un mismo círculo vicioso,
y las llaves escondidas por doquier.
Si me dejo guiar por mentirosos,
siempre voy a terminar como ayer.
He de quemar tu fotografía,
de llevar a tu tumba hiedras venenosas.
Te juro que si pudiera lo haría,
salir de todo esto airosa.
(Entrada número 200, yeah.)
Que tu lugar no es aquí,
en mi cabeza.
Haces que nada tenga fin,
y me llenas de tristeza.
Que recorrí muchos caminos,
pero no encontré remedio.
¿Cómo algo tan fallido
tiene tan buen promedio?
Como marinero sin embarcación,
hoy busco alguna solución.
Por eso vuelvo a escribirte una canción,
para intentar encontrarte una razón.
Son siempre las mismas andanzas,
de volver al principio otra vez.
Ya he perdido las esperanzas,
muerta sin aire como un pez.
Es un mismo círculo vicioso,
y las llaves escondidas por doquier.
Si me dejo guiar por mentirosos,
siempre voy a terminar como ayer.
He de quemar tu fotografía,
de llevar a tu tumba hiedras venenosas.
Te juro que si pudiera lo haría,
salir de todo esto airosa.
(Entrada número 200, yeah.)
lunes, 11 de enero de 2010
Runaway
lunes, 4 de enero de 2010
Just for a while.
domingo, 3 de enero de 2010
viernes, 1 de enero de 2010
Just music.
♥
Y me permito hacer el primer posteo del 2010 con una foto de los integrantes de dos de mis bandas favoritas, y a mi parecer, los que fueron y los que vendrán.
Supongo que su música que me acompañará en todas las subidas y bajadas que tendré este año.
Oasis & Arctic Monkeys.
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