jueves, 20 de agosto de 2009

Tengo que confesarte
no siempre me ha apasionado el arte
y nunca me gustó escucharte
mientras hablabas de tus estandartes.
¿Quién te crees que eres
para robarme así el alma?
Ocupate de tus propios placeres,
déjame sola, déjame mantener la calma.
Sólo trata de olvidarlo,
de nunca más volver a hablarlo,
me afectan muchísimo las consecuencias,
me siento como otra menudencia,
y me das vergüenza,
odio que hables con tanta elocuencia,
sobre lo que no te interesa.
Te detesto, si, lo admito
¿Qué te parece?
Siempre pensaste que fui tu soldadito,
no señor, no haré lo que te apetece.
Soy de carne y hueso, y por ende,
tengo pensamiento propio,
y a él todos los días le ruego,
que nunca te conviertas en mi socio,
o que nunca llegue a ser tu cliente,
se que no parece, pero soy valiente
y me considero con suerte,
cuando puedo evitar el rostro verte.
Se que en el fondo lo sientes,
pero ya estoy en pleno juego,
ya puse muchas veces mis manos en el fuego,
por ti, por tu cerebro hueco,
quise decir hasta nunca cuando dije hasta luego,
quise decir hasta nunca cuando dije hasta luego.
Quise tocar el cielo y terminé en el infierno
y quise soñar en verano pero quedé congelada en invierno,
quise cumplir mis deseos y termine estancada en mi rutina,
quedé cubierta de tus recuerdos cuando quise sacármelos de encima.
Ahora que te he dejado de lado,
voy a lograr todo en lo que alguna vez fracasé,
ahora que he dado un paso al costado,
nunca más voy a volver a caer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario