miércoles, 29 de julio de 2009

-Hola, si, ¿Qué se le ofrece?
-Buenas tardes, estoy buscando un corazón.
-Bueno, pero hay muchos corazones, ¿Qué tipo de corazón le gustaría?
-Quiero que pueda albelgar millones de sueños, sentimientos, pensamientos, etcétera. No me importa el color, tamaño, forma o cualquier otra cosa. Quiero que sepa amar, y que lo haga intensa e incondicionalmente. Quiero que sepa hacerme enamorar. Quiero que pueda hacerme reír hasta que me duelan las mejillas. Que sea algo tonto, pero no lo suficiente como para que puedan pasarlo por encima. Que no sea apresurado, y que viva minuto a minuto. Quiero que sepa perdonar, que sepa arrepentirse cuando es el momento. Quiero también que sepa llorar, de tristeza y de alegría, y hasta que pueda descargarse completamente. Quiero que sepa apreciar las cosas pequeñas, los detalles que hacen a una vida hermosa. Que pueda observar las estrellas, y comprender lo pequeños que somos, pero lo mucho que podemos hacer. Que sea humilde y servicial, pero no demasiado para que sea subestimado. Que sepa entender las injusticias de la vida. Que se ilumine con la risa de un niño. Que pueda guardar la música y los sonidos, para que mas adelante pueda traerme nostalgia cada vez que los vuelva a escuchar. Que guarde los recuerdos, pero que no se aferre fuertemente a ellos. Que sepa abrirse a cosas nuevas. Que se fije en el interior de las personas. Que tenga miedo, pero que también tenga valor para poder vencerlos. Que sepa a no entrar en pánico y a pensar sabiamente en situaciones límites. Que escuche a la voz de la experiencia. Que aprecie el dinero, pero que no sea vanidoso. Que sea algo loco. Quiero que sepa disfrutar. Que pueda aprender todos los días algo nuevo. Quiero que acepte a las personas tal como son, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Que sepa amar a sus amigos e ignorar a sus enemigos. Que sea él mismo y que no le importe lo que los otros le digan. Que pueda llorar en una película de amor y que pueda reír en una comedia. Que aprecie el trabajo duro de los demás. Que pueda mirar a los ojos fijamente y decir "Te amo" de verdad. Y sobre todo, que sepa que la vida es una sola y que hay que aprovecharla, porque, cuando se acaba, ya no hay arrepentimiento, llanto o amargura que valga la pena.

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