martes, 12 de mayo de 2009

Yo sabía todo, absolutamente todo sobre vos.
Me habías llamado esa tarde y me habías invitado a tu casa porque querías hablar conmigo. Sabía que algo andaba mal, tu tono serio y preocupado, sumado con un simple "Por favor, vení a casa que quiero hablar con vos", ningún "amor", "mi vida" u otro sobrenombre cariñoso con que solías llamarme.

Cuando llegue a tu casa nos sentamos en la cocina. Eran cerca de las cinco y media de la tarde y llovía torrencialmente.

Me dijiste que era hora de terminar con todo lo nuestro, en unas semanas te mudabas de ciudad para poder estudiar abogacía; algo de lo que venías hablando hace ya alrededor de seis meses. Dijiste que hacías esto porque pensabas que los amores a distacia nunca funcionan. Siempre supe que creías eso.


Me acuerdo cuando decidiste que querías ser un abogado. Me dijiste que me avisabas con tiempo para que me vaya preparando, porque tenías que mudarte a una ciudad más grande y, obviamente, no nos íbamos a ver con la misma frecuencia. No me importó, no me preparé, lo dejé pasar. Siempre fuiste tan precavido, yo al contrario, las cosas me pegaban de lleno, sin aviso, como un shock.


Sabía todo sobre vos, tus gustos, tu personalidad y pequeños detalles de tu vida.

Después que me dijiste "se tiene que terminar" me quedé callada. Miré tu colección de discos que estaba ahí parada. Te encantaba la música, sobre todo Nirvana, lo sabía perfectamente. Cuando eras chico y lo escuchaste por primera vez enseguida te gustó; pero sólo te atraían las canciones, no sabías nada sobre los inicios de la banda, ni de dónde eran, los nombres de sus discos, biografía de cada uno de los integrantes, nada. Sólo te gustaban las canciones, y un día te intrigó y buscaste sobre ellos. Cuando te enteraste que ya hacía años que se habían disuelto y que Kurt había muerto, el que cantaba con esa voz que tanto te erizaba la piel, lloraste, pero eras chico y ponías eso de excusa, al menos eso me dijiste una vez.

Igual eso no te detuvo, y tocabas sus canciones con la guitarra. Tocabas la guitarra desde los 11 años. Una vez me quisiste enseñar, pero a la semana abandonamos, me encantaba la música, pero mis dedos no respondían y no podían combinarse para poder formarla, nos rendimos.


Te ibas, lo tenías decidido, aunque tardaste mucho, reflexionabas bien las cosas antes de hacerlas, además de eso, tu personalidad era cambiante, aunque cuando estabas de buen humor hacías reír con tus chistes y payasadas. Cuando todo iba mal, te refugiabas a tocar la guitarra y no salías por nada. Eras algo tímido, me acuerdo que nos conocimos por un amigo tuyo, no diste la cara y confesaste que nunca te animas a hacerlo.


Cuando digo todo sobre vos, es todo. Te gustaba el helado de frutilla, y odiabas el de vainilla. Eras alérgico a la mermelada. Le tenías miedo a las alturas. Eras posesivo y celoso por demás, lo que más de una vez nos llevó a peleas. Eras muy malo en matemáticas, pero muy bueno en historia. Te aburrían las novelas, y te encantaban los documentales de leyendas de la música, y también, si tu presupuesto lo permitía, te comprabas sus biografías. Eras malo arreglando cosas electrónicas pero te gustaba limpiar.

Y si sigo, se me va la vida. Ya era hora de olvidar ese compilado de recuerdos e información, es difícil borrarlo todo y empezar otra vez desde cero. Ya no iba a poder escuchar Nirvana otra vez sin acordarme de vos, o comer helado de frutilla o algo con mermelada.


Mientras volvía a casa con la lluvia escurriéndome en la cara pensaba "Si dentro de cinco años lo vuelvo a ver le preguntaré, ¿Sigues siendo el mismo?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario