Algún día voy a llegar hasta allí,
a la ciudad del reloj.
No voy a dejar ese sueño sin cumplir,
no quiero irme sin poder conocerla,
es un sueño bastante feroz.
Sí, cuando llegue a esa isla voy a poder morir feliz,
cuando regrese llegará la nostalgia,
y los recuerdos me van a invadir,
la ciudad del reloj no perdona las distancias.
Allí, quiero ver, donde alguna vez,
cruzaron una calle cuatro grandes hombres.
Ese lugar que a pesar de su sencillez,
hoy lo cruzan imitándolos millones de personas sin renombre.
Voy a subir hasta lo más alto,
de un ojo que me permitirá ver más allá todavía.
Voy a observar su belleza por un buen rato,
yo se que este lugar me va a dar alegría.
Que esta ciudad es mágica,
de eso no tengo una sola duda.
Su música me mantiene viva, la de sus alrededores también es fantástica.
En esa isla, nacieron y viven ídolos que me han dejado muda.
Y es más, existe una gran ironía,
a la ciudad del reloj nunca le preguntaría la hora.
Puedo darte la mayor garantía,
de que a este lugar lo vivo, aunque se ponga el sol o haya aurora.