Suelo refutar tristezas, suelo evocar una dulce agonía que
ahoga, exprime, mata, pero no se extiende en tiempo y espacio.
Suelo matar pasiones una a una, bala tras bala caen
despedazadas. Luego las recojo, las uno con pegamento que poco durará, pero que
las hace ver bonitas. Sonrío. Las guardo para mí y no las vuelvo a tocar hasta
que limpie mi vida otra vez.
A veces imagino, ¿cómo sería una vida en material? Tal vez
como una pieza vieja, llena de cosas que representan recuerdos sumamente
escondidos, cubiertas de polvo. ¿Qué pasa con todo eso cuando morimos? ¿Se va
con nosotros? ¿Se vuelve polvo? ¿Se limpia y da lugar a una nueva vida?
Divages de madrugada que me vuelven loca.